lunes, 18 de abril de 2011

Depresión y suicidio

Suicidio, acción de quitarse la vida de forma voluntaria. El suicidio aparece en todas las sociedades desde los tiempos más remotos. Sin embargo, a lo largo de la historia ha variado la actitud de la sociedad hacia este acto, sus formas y su frecuencia.
CONTEXTO HISTÓRICO
En la Europa antigua, sobre todo durante el Imperio romano, el suicidio se consentía e incluso era considerado un acto honroso. Los antiguos romanos, bajo la influencia del estoicismo, admitían muchas razones legítimas para su práctica. El filósofo romano Séneca lo ensalzaba como el acto último de una persona libre.
Sin embargo, para San Agustín, el suicidio era un pecado. Varios de los primeros concilios de la Iglesia Cristiana decretaron que a aquéllos que cometieran suicidio no se les podrían aplicar los rituales ordinarios de la Iglesia tras su muerte, y en la edad media la Iglesia católica romana condenó expresamente esta práctica. En las legislaciones medievales se ordenaba la confiscación de todas las propiedades del suicida y el cadáver sufría todo tipo de humillaciones. Hoy está condenado el suicidio en las religiones cristiana, judía e islámica.
En 1897 Émile Durkheim postuló que el suicidio era un fenómeno sociológico más que un puro acto individualista. Él lo consideraba consecuencia de una mala adaptación social del individuo y de una falta de integración. Identificó cuatro tipos de suicidio: egoísta, altruista, anómico y fatalista que sucedían como consecuencia de determinadas condiciones sociales. Así, el suicidio egoísta y el altruista eran el resultado de una débil o fuerte integración del individuo en la sociedad. El suicidio anómico y el fatalista venían determinados respectivamente por una débil y excesiva regulación por parte de la sociedad. Sin embargo, la tendencia actual considera el suicidio desde un punto de vista psicológico en lugar de una perspectiva moral.
CONDICIONES QUE INDUCEN AL SUICIDIO
La mayor parte de los científicos sociales están de acuerdo en que el suicidio es una forma compleja de conducta, que tiene causas biológicas, psicológicas y sociales. Por ejemplo, los psiquiatras han descubierto que, en los casos estudiados, existe generalmente una fuerte depresión. Otros científicos afirman que algunas personas son genéticamente más propensas que otras a las depresiones y por lo tanto al suicidio.
Los psicólogos y sociólogos han encontrado muchas otras influencias personales y situaciones que también contribuyen a la muerte voluntaria. Ésta se produce a menudo para escapar de circunstancias dolorosas; también como acto de venganza contra otra persona a la que se acusa de ser responsable del sufrimiento que lleva a tomar tan drástica decisión. Estos sentimientos se conocen por las notas o cartas que, en ocasiones, deja la persona antes de suicidarse. No obstante, la causa más frecuente es la percepción por parte de la persona de que la vida es tan dolorosa que sólo la muerte puede proporcionarle alivio. La pérdida de un ser querido, o dolores crónicos, físicos o emocionales, pueden producir una sensación de incapacidad para cambiar las circunstancias de la vida y un sentimiento general de desesperanza ante cualquier cambio, lo que lleva a un callejón sin salida donde la muerte es la única solución.
Con frecuencia determinadas condiciones sociales adversas provocan un aumento considerable del número de suicidios. Esto sucedió, por ejemplo, entre la población joven de Alemania después de la I Guerra Mundial y en Estados Unidos en el punto álgido de la Gran Depresión de 1929.
Los intentos fallidos de suicidio pueden significar una petición de ayuda que, si es ignorada, puede ser precursora de posteriores intentos. Sin embargo, estas peticiones de ayuda hay que diferenciarlas de otras formas más manipuladoras de intento o amenaza de suicidio que buscan llamar la atención, cuyo propósito es controlar las emociones y el comportamiento de otras personas, normalmente familiares.
ACTITUDES FRENTE AL SUICIDIO
El suicidio el ilegal en muchos países y está fuertemente condenado por la sociedad en otros, especialmente en países con mayoría de población católica. En el extremo contrartio se encuentran otros países que honran ciertos tipos de suicidio. Antiguamente los japoneses, por ejemplo, respetaban el harakiri, práctica en la que una persona avergonzada compensaba un fallo o el incumplimiento de un deber clavándose una daga. También en la India, hasta finales del siglo XIX, se llevaba a cabo el suttee, que consistía en que la viuda del fallecido debía inhumarse en la pira funeraria de su marido. Durante la II Guerra Mundial, los pilotos kamikazes japoneses consideraban como un gran acto de honor el llevar a cabo misiones suicidas de bombardeo estrellando sus aviones contra el objetivo enemigo.
TENDENCIAS ACTUALES
Todas las formas básicas de suicidio del pasado existen en la actualidad. Las inclinaciones actuales de los índices de periodicidad o frecuencia son confusas dado que las estadísticas no son totalmente fiables y se recogen de formas diferentes de acuerdo a cada país. Los índices de suicidio son generalmente menores en sociedades católicas que en sociedades protestantes, pero esto probablemente sólo refleja el hecho de que los primeros tienen una mayor necesidad de ocultar los suicidios que los segundos. Algunos expertos creen que la tendencia hacia el aumento de los índices oficiales de suicidio en los países occidentales en el último siglo se debe a la mejora de los métodos estadísticos y a una consideración menor del suicidio como estigma.
La mayor esperanza de vida en las naciones más desarrolladas probablemente empuja a algunos ancianos que han perdido a un ser querido o sufren enfermedades terminales a suicidarse. En ocasiones piden la eutanasia voluntaria, que se define como el suicidio asistido a una persona con una enfermedad terminal muy dolorosa. En Holanda y en el territorio del Norte (Australia) la eutanasia voluntaria no es ilegal. Aunque allí tampoco hay una ley que la ampare, si el doctor que asista al suicida sigue una pauta legal y realiza los informes adecuados, no puede ser perseguido judicialmente.
Algunos psicólogos piensan que los sentimientos crecientes de soledad, desarraigo y falta de sentido en la vida contribuyen al aumento del número de suicidios en los países industrializados.
OCHO items DE LA DEPRESIÓN QUE ORIGINAN EL SUICIDIO
1 La depresión es una enfermedad severa, pero estable.
La depresión es más que una baja temporal de estado de ánimo.
Los síntomas de la depresión afectan pensamientos, sentimientos y comportamiento.
Sin tratamiento adecuado los síntomas pueden durar meses, años o toda la vida.
2 La depresión se presenta en formas diferentes.
Algunos episodios depresivos ocurren en forma repentina, sin causa aparente.
Algunos son desencadenados por experiencias desagradables.
Determinadas personas tienen un episodio en su vida y otras tienen episodios recurrentes.
Los síntomas son tan severos que afectan la vida diaria del paciente.
Otros tienen síntomas crónicos que no interfieren con su vida, pero si con su estdo de ánimo.
Algunas personas tienen alteración bipolar (enfermedad maniaco depresiva), experimentan ciclos de baja del estado de ánimo y ciclos de elevación del estado de ánimo.
3 Algunos síntomas de la depresión incluyen:
Tristeza persistente, pérdida del interés o placer por las actividades ordinarias incluyendo el sexo.
Disminución de la energía, fatiga, alteraciones del sueño (insomnio, despertares tempranos, somnolencia), alteraciones del apetito (pérdida de éste y peso o ganancia de peso), dificultad para concentrarse, sentimientos de culpa y de infelicidad, pensamientos suicidas, intento de suicidio, irritabilidad, llanto excesivo, dolores crónicos y dolores que no responden al tratamiento.
4 Algunos no reconocen su enfermedad.
Dos tercios de los pacientes deprimidos no tienen un tratamiento apropiado porque sus síntomas nos son reconocidos, son atribuidos a otra enfermedad, son mal diagnosticados y erróneamente tratados.
5 La mayoría de la gente puede ser ayudada rápidamente
Con los tratamientos disponibles, el 80 % de los pacientes con depresión pueden mejorar significativamente; los síntomas pueden ser aliviados usualmente en semanas. existe medicación efectiva y tratamientos psicológicos que frecuentemente son usados en combinación.
Varios tipos de medicación están disponibles y ninguno de ellos provoca hábito.
Algunos pacientes necesitan psicoterapia (terapia hablada) para tratar sus problemas psicológicos o interpersonales asociados con su enfermedad.
Otros tratamientos biológicos pueden ser de ayuda, por ejemplo el tratamiento electroconvulsivo, etc.
Los individuos responden de manera diferente al tratamiento, si después de varias semanas los síntomas no han mejorado, el plan de tratamiento debe ser re-evaluado.
6 El costo de la depresión puede ser reducido.
Cuando se diagnostica tempranamente en el curso de la enfermedad, los pacientes deprimidos usualmente pueden ser tratados como pacientes externos y mejorar su productividad, evitando la pérdida de horas de trabajo y reduciendo los altos costos por tratamiento prolongado, hospitalización y tratamiento por otras alteraciones físicas mentales resultantes de la depresión no tratada.
7 La ayuda puede ser recibida de:
* Médicos generales.
* Psiquiatras.
* Psicólogos.
* Sociedades médicas.
* Centros de salud mental.
* Hospitales psiquiátricos.
* Grupos de apoyo.
8 Los pacientes deprimidos pueden necesitar ayuda para "conseguir ayuda"
Es muy natural que los pacientes deprimidos puedan interferir con las personas que desean ayudarlos, la depresión hace a las personas sentirse cansadas, inútiles indefensos, sin esperanza, por lo tanto:
* La gente deprimida severamente necesita el apoyo de su familia y amigos para aceptar su enfermedad y acudir al médico.
* No ignorar los pensamientos suicidas, palabras o actos; buscar ayuda profesional inmediatamente.
PREVENCIÓN DEL SUICIDIO
Mensaje sobre la prevención del suicidio
Adoptado por el Consejo Eclesial de la Iglesia Luterana en América el 14 de noviembre de 1999.
En los Estados Unidos cada año más de 30,000 personas se quitan la vida. El suicidio es la octava causa de muerte y entre las personas cuyas edades van de los 15 a los 24 años, es la tercera causa de muerte. Más personas mueren por suicidio que por homicidio. Cerca de 500,000 personas al año comenten un intento de suicidio lo suficientemente serio como para recibir atención en salas de urgencias. Y millones más sufren de pensamientos suicidas.
Sabemos que estas estadísticas nos hablan de individuos cuyas historias y relaciones son únicas. Nos hablan de personas con las cuales vivimos en nuestras familias, congregaciones, vecindarios y sitios de trabajo. Algunos de entre nosotros han intentado suicidarse, y otros nos hemos tenido que asegurar de que algún familiar o amigo que había amenazado con suicidarse, obtuviera ayuda. Muchos de nosotros hemos tenido, incluso, que lamentar la muerte por suicidio de algún ser querido, y sufrido por ello. por último, algunos de nosotros habremos de experimentar algún día esta pena y este dolor tan indescriptibles.
Cada suicidio rinde testimonio de una trágica ruptura con la vida. Creemos que la vida es un bien de Dios y un inapreciable regalo para nosotros. Y aún esta vida (que lo es para nosotros y para los demás) a veces parece ser un infierno, un tormento sin esperanza. Cuando optamos por ignorar o rechazar (incluso huir de ellos) a aquellos que están desesperados de la vida, necesitamos recordar lo que hemos oído: el infinito amor de Dios en Jesucristo no dejará a nadie solo o abandonado. Aquellos de nosotros que para vivir nos apoyamos en el amor de Dios estamos llamados a "ayudarnos unos a otros a soportar las cargas, y de esa manera cumpliremos la ley de Cristo" (Gálatas 6:2). Nuestros esfuerzos por impedir cualquier suicidio obedecen a nuestra obligación de proteger y promover la vida, a nuestra esperanza en Dios aún en medio del sufrimiento y la adversidad, y a nuestro amor por nuestro prójimo perturbado.
El suicidio esta siendo percibido cada vez más como un serio problema de salud pública que se puede evitar. El suicidio y su prevención son complejos y multidimensiones y necesitan ser abordados de manera abierta e integral. La prevención del suicidio requiere de esfuerzos coordinados y de la colaboración de todos los sectores de la sociedad. Contribuyamos (en la iglesia Luterana en América) a estos esfuerzos. Con este mensaje, el consejo eclesial exhorta a sus miembros, congregaciones e instituciones afiliadas a que aprendan más acerca del suicidio y como prevenirlo en sus comunidades, y los invita, a si mismo, a que pregunten lo que pueden hacer y que trabajen con los demás en la prevención del suicidio.
COMO CONCIENTIZARNOS
Los suicidios ocurren en todos los grupos sociales. Lo mismo entre las personas jóvenes que entre las de mediana edad y los ancianos; en hombres, tanto como en mujeres; entre los ricos, la clase media y las personas pobres; todos los grupos étnicos y de cualquier religión; lo mismo entre personas casadas, que solteras; entre los que tienen empleo y los desempleados; entre los sanos y los enfermos.
Sin embargo, la estadísticas indican que el suicidio es más común entre algunos grupos que entre otros. Veamos:
  • Los varones anglosajones constituyen casi tres cuartas partes de todos los suicidios que ocurren.
  • Aunque hay cuatro suicidios de hombres por cada suicidio de mujer, las mujeres intentan suicidarse dos veces más frecuentemente que los hombres.
  • Los varones anglosajones mayores de 50 años presentan los más altos índices de suicidio. Aunque este grupo suma el 10 por ciento de la población, es responsable del 33 por ciento de los suicidios. Los índices de suicidio para los hombres mayores de 65 años van ahora en aumento, tras de un estable descenso desde 1950 hasta 1980.
  • Desde 1950 se ha triplicado el índice de suicidio entre los hombres jóvenes cuyas edades van de 15 a 24 años, y para las mujeres, sobrepasa ya el doble.
  • Aunque (por fortuna) el suicidio entre niños es un evento raro existe un dramático aumento en el índice de suicidios reportados entre niños de 10 a 14 años.
  • Los índices de suicidio entre los indígenas americanos y los nativos de Alaska están muy por encima del promedio nacional, con un número desproporcionado de suicidios entre varones jóvenes.
  • El suicidio entre los varones jóvenes afroamericanos, que alguna vez fue poco común, se ha incrementado abruptamente en años recientes.
  • Se ha encontrado que los índices de suicidio en algunas ocupaciones específicas, tales como oficiales de policía, granjeros, dentistas y doctores son más altos que el promedio nacional.
  • Los índices de intentos de suicidio entre los jóvenes que luchan con cuestiones relacionadas con su orientación sexual son más altos que entre otros del mismo sexo.
  • Cerca del 60 por ciento de todos los suicidios se cometen con un arma de fuego. Las personas que viven en un hogar donde existe un arma de fuego, son casi cinco veces más propensas a morir por suicidio que las personas que viven en hogares libres de armas.
Aunque no existe una sola causa para el suicidio, los investigadores nos dicen que el comportamiento suicida está asociado con un cierto número de factores de riesgo que frecuentemente se combinan. Entre estos factores están:
  • La depresión clínica y otras enfermedades mentales. Más de un 60 por ciento de todas las personas que se suicidan sufren de depresión grave. Si uno incluye a personas deprimidas que abusan del alcohol, la cifra aumenta al 75 por ciento. Casi todas las personas que se quitan la vida sufren de algún desajuste mental diagnosticable o padecen el abuso de alguna sustancia, o ambos desórdenes.
  • El abuso de alcohol y otras sustancias. El alcoholismo es un factor que aparece en el 30 por ciento de todos los suicidios que se cometen.
  • Los eventos adversos en la vida. Tales eventos pueden ser: el sufrir alguna confusión acerca de la propia identidad o, en el caso de las personas jóvenes, el sentirse excluidos de los demás: una crisis familiar por el divorcio o la muerte de alguien cercano: la pérdida de los medios de subsistencia, ocasionado ya sea por una crisis económica rural, por reducción en los negocios o en las empresas, o por algún recorte de personal o la eliminación de programas gubernamentales. Otras causas pueden ser: el comportamiento adictivo, alguna enfermedad crónica, grave o fatal, o los efectos de un desastre natural o social. Para la mayoría de las personas, los eventos adversos de la vida no necesariamente conducen a un comportamiento suicida. Pueden contribuir a un comportamiento suicida si ya existe un contexto de enfermedad mental o abuso de sustancias tóxicas.
  • Los factores familiares, tales como una historia clínica familiar de suicidio, de enfermedad mental o de abuso de sustancias, así como de violencia y abuso sexual.
  • Los factores culturales y religiosos, tales como las creencias de que el suicidio es una solución noble a un dilema personal, o la destrucción de la cultura tradicional de la gente, que puede conducir a sentimientos de separación del pasado, aislamiento y desesperanza.
  • Los intentos de suicidio previos, la existencia de armas de fuego en el hogar, el encarcelamiento, tendencias impulsivas o agresivas, y exposición a comportamiento suicida de otros (por parte de miembros de la familia o compañeros, o a través de reportajes noticiosos inadecuados o de historias de ficción). Los suicidios entre las personas jóvenes a veces ocurre en grupo y puede, incluso llegar a convertirse en una epidemia. Las personas jóvenes son particularmente susceptibles a imitar el comportamiento que conduce a un suicidio no intencional.
"Todas las personas que expresan ideas de suicidio y que simultáneamente muestran síntomas de depresión, esquizofrenia, abuso de alcohol o abuso de sustancias enervantes, deben ser evaluadas cuanto antes por un profesional capacitado de la salud."
OBSERVANDO LAS DIFERENTES CULTURAS
Ciertas actitudes sociales obstaculizan la prevención de suicidios. Algunas de ellas forman un conjunto de creencias erróneas que establecen que no se puede hacer nada al respecto: "Si tiene que suceder, pues ha de suceder." "No vale la pena tratar de ayudar, porque estas personas tienen problemas tan enormes que no se puede hacer nada." "El suicidio ha estado entre nosotros desde siempre; no vamos a cambiar este hecho." "Déjenlos tranquilos. Si los suicidas desean quitarse la vida, pues es su problema."
Las actitudes punitivas conforman otro obstáculo para la prevención del suicidio. Estas actitudes parecen ansiosas de castigar el comportamiento suicida y a menudo culpan a los que viven por las muertes por suicidio. Crean un ambiente de ocultamiento del comportamiento suicida en el que las personas con pensamientos suicidas permanecen reacios a hablar. Estas actitudes punitivas se vienen acarreando desde los tiempos en los que el suicidio era considerado un crimen y un pecado imperdonable, y cuando a quienes se suicidaban se les negaba una cristiana sepultura.
La incapacidad para percibir a la depresión grave como una enfermedad también obstruye la prevención del suicidio. Algunas actitudes equívocas conciben a la depresión grave como una deficiencia del carácter, una debilidad humana o una rara condición incurable y permanente. Quienes así lo consideran, comunican a las personas deprimidas que deberían "aliviarse" y sentir vergüenza o apenarse por cómo se sienten. En realidad, la depresión clínica es una enfermedad que implica cambios en la química del cerebro. Es una de las enfermedades más comunes, y puede ocurrirle a personas que no tienen ninguna razón aparente para "estar deprimidas."Aunque con frecuencia no se atiende la depresión clínica porque no se le identifica como tal, se trata de una enfermedad mental muy curable. Las personas deprimidas no se pueden curar por si mismas, pero pueden recibir la ayuda de profesionales mediante medicamentos o terapia, o a través de una combinación de los dos. El suicidio no es una consecuencia inevitable (ni aceptable) de la depresión.
MITOS MÁS COMUNES QUE OBSTACULIZAN LA PREVENCIÓN DEL SUICIDIO
Mito: Las personas que hablan de suicidarse rara vez terminan haciéndolo; sólo desean llamar la atención y se les debe retar a que lo hagan, para poder entonces desenmascararlas.
Verdad: Las personas que hablan de suicidarse están hablando en serio, y pueden estar dando pistas o señales oportunas de sus intenciones. A estas personas no se les debe desafiar, sino brindarles asistencia para que puedan obtener ayuda profesional.
Mito: Una persona que ha llevado a cabo intentos serios de suicidio es poco probable que realiza otro.
Verdad: Las personas que ya han intentado suicidarse están a menudo en un riesgo mayor de terminar lográndolo. Un intento de suicidio es un grito pidiendo ayuda y un aviso de que algo anda terriblemente mal y que debe ser tomado con la máxima seriedad.
Mito: La persona suicida desea morir y siente que no hay marcha atrás.
Verdad: Estas personas suicidas a menudo se sienten indecisas respecto de morir. A menudo pasan por un largo proceso en el cual intentan diversos modos de reducir su profundo dolor emocional. Entre sus contradictorios deseos de vivir y de morir la decisión oscila de un lado al otro, incluso en el momento mismo en que se están quitando la vida.
Mito: La mayoría de las personas que se quitan la vida han tomado una decisión cuidadosa, bien ponderada y racional.
Verdad: Las personas que consideran el suicidio a menudo tienen al respecto una "visión de túnel"; en medio de su insoportable dolor se encuentran cegados para percibir otras alternativas disponibles. Con frecuencia el acto de suicidarse es impulsivo. Si el sufrimiento y el dolor se reducen, la mayoría de los suicidas potenciales opta por vivir.
Mito: Andar preguntando acerca de los sentimientos del suicida puede llegar a ocasionar que uno intente suicidarse.
Verdad: El preguntarle a una persona acerca de sus sentimientos suicidas la brinda la oportunidad de obtener ayuda necesaria para salvarle la vida. Quien pregunta debe inquirir al suicida en potencia si tiene ya un plan formulado y si tiene acceso a los medios para llevarlo a cabo. Si se llegan a juntar la intención, un plan y los medios, no debe dejarse un minuto sola a la persona suicida, sino que debe ser ayudada para recibir tratamiento inmediatamente.


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