lunes, 6 de febrero de 2012

"El peligro es el uso del conductismo, no el conductismo en sí". Entrevista a la psicóloga Cristina Silvente

de prosalud, el Lunes, 6 de febrero de 2012 a la(s) 19:50
 la psicóloga Cristina Silvente























Entrevista que hemos realizado a la psicóloga Cristina Silvente en la que vamos a tratar el conductismo y su relación con la crianza.
Cristina Silvente es Licenciada en Psicología, especializada en Psicología de la Salud y Medicina Preventiva, además de en Resolución de conflictos y Psicología de Emergencias. Ha formado parte del equipo del Servicio de Atención Psicológica de Emergencias y además es terapeuta. Su formación completa y experiencia podéis consultarla de forma completa en su página web. Además es autora de varios libros, entre ellos el recientemente publicado “Las voces olvidadas“.
Después de publicar algunos artículos en Bebés y más hablando del conductismo y sus peligros en la aplicación como método de crianza, Cristina Silvente, a quien conocía ya virtualmente desde hace años, se puso en contacto conmigo y me estuvo ayudando a comprender mejor la magnitud del problema.
Por ese motivo le propuse esta entrevista, en la que le he pedido que comparta con nuestros lectores sus conocimientos sobre los métodos conductistas y las formas de apego que desarrollan los niños dependiendo de la crianza de sus padres.
¿Qué es el conductismo?

El conductismo es una rama de la Psicología, o una orientación teórica centrada en la conducta humana, en los precedentes y consecuencias de la conducta. En un principio se estudió en animales y luego se trasladó a las personas.
¿Tiene alguna utilidad en la educación infantil?
Sí, claro. Nos puede ayudar a entender que si los niños hacen algo que después tiene unas consecuencias positivas: disfrutan, se ríen mientras lo hacen, la gente les hace halagos, o sus padres se ponen contentos, por poner un ejemplo, en el futuro tendrán más probabilidades de hacerlo. Y, al revés, que si hacen algo y sus amigos ponen mala cara, o sus padres, o se hacen daño, seguramente en el futuro no lo querrán hacer. Si un día un perro les mordió, para ellos perro=dolor, por lo tanto, lo evitarán. El perro se convierte en un “estímulo condicionado”.

El conductismo se ha aplicado a muchos comportamientos relacionados con la salud, incluso con la respuesta inmunitaria, sabemos que hasta organismos unicelulares se condicionan.
¿Qué peligros tiene aplicar métodos conductistas a la crianza?

El peligro es el uso del conductismo, no el conductismo en sí. Es querer utilizarlo para dominar y no para entender o ayudar. Es fácil conseguir que un niños o una niña no se queje, si quejarse tendrá unas consecuencias negativas o no habrá respuesta. Pero eso no quiere decir que no tenga otras consecuencias.
El conductismo precisamente estudió qué era la indefensión aprendida, por ejemplo, que haga lo que haga el niño o la niña tendrá una consecuencia negativa o un castigo que no podrá evitar, provoca que no hagan nada y tengan un estado de tensión y ansiedad constante.

El tema ha sido quien lo ha aplicado o pretendido aplicar sin saber un poco más, sobretodo sin tener en cuenta el aspecto emocional inmediato de aplicar un castigo y las consecuencias a largo plazo del castigo y de la indefensión aprendida.
¿Puedes explicarnos lo qué es el apego inseguro?

Se le llama también apego inseguro-evitativo. Sería aquel apego establecido entre padres e hijos de manera que las reacciones emocionales del bebé despiertan temor o rechazo por parte de los padres, con conductas sobreprotectoras, intrusivas, controladoras. Los bebés perciben que el mundo es inseguro, y que sus reacciones emocionales no tienen acogida y son inapropiadas, molestas, o provocan miedo.
Las consecuencias a largo plazo serían pocas estrategias para poder afrontar situaciones de estrés, inseguridad, evitación del contacto afectivo, o, incluso, la inhibición emocional.
¿Y el apego desorganizado?

El apego desorganizado o ambivalente sería cuando los padres muestran comportamientos inconsistentes, de mucha atención en unos momentos, y de agresividad o indiferencia en otras, o mensajes contradictorios, decir una cosa, mientras se hace otra. Esto provoca que los niños y niñas vean a su madre o a sus padres inestablemente disponibles, dependientes del estado emocional de aquellos.

Esto crea mucha inseguridad, de manera que para llamar la atención de su figura de apego necesiten hacerlo con toda la intensidad: llorar, rabietas, conducta muy dependiente. O pueden llegar a mostrarse agresivos, o resistentes al afecto positivo.
¿Un apego inseguro, ambivalente o desorganizado es responsable o pone las bases de lo que será en el futuro un trastorno mental o un estado de malestar psicológico?
Por supuesto. De manera inmediata, un apego que no sea seguro está relacionado con baja autoestima, dificultades de aprendizaje, déficit de atención e hiperactividad. Puede haber dificultades para afrontar situaciones de estrés y para llevar vivencias afectivas.

El apego ambivalente se relaciona mucho con el Trastorno de Personalidad Límite, un trastorno muy presente en delincuentes, en personas que se autolesionan o se intentan suicidar, incluso en personas con trastornos de la alimentación.
¿Qué comportamientos pueden provocar desorganización?

Uno muy típico, dejarle llorar o no atender la necesidad afectiva de un niño o niña con distancia física, mientras se le dice que se le quiere, o pegarle y decirle que se le quiere, o abusar sexualmente mientras se le dice que se le quiere.
No se trata de un comportamiento por parte de los padres o cuidadores de un solo día, sino de algo que se repite en el tiempo. Un niño al que se le está haciendo daño afectivamente puede no entender el afecto positivo, o puede no fiarse nunca de las personas, puede sentir emociones contradictorias que no puede entender o que le provocan, a su vez, comportamientos contradictorios.
¿Qué puede ayudar a crear resiliencia en los bebés?
Precisamente todo lo contrario de lo que hemos hablado. Contacto físico continuo, atenderle cuando llora SIEMPRE, no minusvalorar sus reacciones, mostrarles que son valiosos e importantes con el cuerpo y no solo con palabras: con la mirada, con el tacto, mecerle, hablarle.
¿Qué es el apego seguro y que comportamientos ayudan a crearlo?

En un apego seguro, los niños son capaces de utilizar a sus padres como fuente de seguridad, como “campo base” donde volver en caso de necesidad, donde encontrar comprensión y cobijo. Es saber que los padres están disponibles SIEMPRE y de la misma manera. Son contactos placenteros.
Los comportamientos positivos un poco ya los he explicado: cogerles en brazos, cantarles, mirarles de forma amorosa, reír/sonreír, escucharles, besarles.

Los primeros 3-4 años de vida son fundamentales para el desarrollo emocional del niño.
Le agradecemos enormemente esta entrevista para Bebés y más a la psicóloga Cristina Silvente esta entrevista, y, en su segunda parte, seguiremos profundizando en la psique infantil y en la forma en la que los padres podemos cuidarla o dañarla con nuestra crianza.

El conductismo en la crianza no es Ciencia

Los objetivos de estos métodos conductistas, sean el de las niñeras televisivas, el doctores que se empeñan en considerar trastornos el sueño normal y evolutivo del bebé, los metodos suavizados con los refuerzos positivos buscan el mismo objetivo, la espantosa imagen de la infancia de un tertuliano que ha cambiado el servicio de menores por los gritos en la tele o cierto juez que no tiene ningún reparo en defender los cachetes, son, al final, lograr que los niños resulten lo menos molestos posible para sus padres, obedezcan normas sean estas lógicas o no, y negar la validez de los sentimientos de los niños y su sufrimiento.
Ahora, cuando esta ideología que considera el niño manipulador y necesitado de mano dura, ha tomado los medios, es cuando más peligrosa se vuelve, pues ofrece a los padres desorientados un modelo de conducta desapegado que usa las técnicas de represión para amaestrar a los niños. Por supuesto, además, se presentan estos métodos mediáticos, como sustentados en la Ciencia y su metodología.
El conductismo funciona
Esto no quiere decir que yo niegue que el conductismo tiene efectividad en algunos casos. De hecho, existen corrientes terapeúticas que usan el conductismo, matizado, para lograr que algunas personas adquieran una mejor imagen de si mismos o aprendan a desarrollar pautas de comportamiento más sanas.
Incluso podríamos decidirnos a usar el refuerzo positivo con nuestros hijos, alentando conductas adecuadas y alabándolos si consiguen metas consensuadas con ellos.
Pero, a poco que se escarbe, se descubre que no hay datos serios que avalen esta manera de educar o criar a los niños de forma general, más bien podemos señalar que se está manipulando el comportamiento de los niños normales para lograr que, por medio del castigo y el refuerzo, adquieran las conductas que los adultos han decidido que deben tener, o, y eso es más serio, anular las expresiones emocionales de un niño que expresa de ese modo su sufrimiento o su inseguridad.
Conductismo y crianza: la ética de la cuestión
Quizá el mayor problema del conductismo aplicado a la crianza, sea por Supernanny o por eldoctor Estivill, exponentes mediáticos en España de estas técnicas, es una cuestión ética a la que ningún profesional dedicado a los seres humanos debería siempre tener como guia para sus actuaciones. Puede ser que funcione (que lo dudo), pero ¿todo lo que funciona es moralmente aceptable?
Y es que, cuando hablamos de niños, la ética profesional debería estar en la primera linea. Lo primero, ante la consulta de un padre, deberíamos preguntarnos si el deseo del padre es coherente con las necesidades del niño. ¿El fin justifica los medios?
Un bebé que llora si no duerme con sus padres lo hace porque necesita su contacto para sentirse seguro. ¿Es más importante el deseo de intimidad de los padres o la necesidad del niño del contacto físico durante el sueño?
Además, cuando analizo estos programas y libros, percibo que se quedan en lo superficial, en modificar la conducta del niño sin indagar en sus causas, sean estas naturales o expresión de un problema emocional o físico.
Pongamos un nuevo ejemplo, aquel de la niña que llora si su mamá no le deja entrar en el baño cuando se ducha, quizá uno de los que más me impactó por ver, muy claramente, la expresión de un apego inseguro y de las demandas exageradas para lograr una atención incoherente. ¿Donde está el problema realmente?
Ni ignorar, ni culpabilizar, ni negar
Creo que es obvio que en el comportamiento de los padres y en la atención ambivalente que ofrecían a sus hijos, en su desborde emocional y su carencia de habilidades de comunicación. No en la niña. La niña solo expresaba de este modo su inseguridad y su necesidad de contacto emocional, de seguridad y de respeto.
Ahondar en lo que siente la niña, nunca negándola ni culpabilizándola, nunca ignorándola, sería un abordaje respetuoso, ético y profundo de las causad de su comportamiento. La solución no puede ser inmediata, no puede ser ignorar los berrinches o usar el premio y el castigo, sino un análisis en profundidad de las habilidades parentales y de las emociones sensatas y respetables de la niña.
Hoy por hoy la Ciencia está demostrando cada vez más el daño cerebral y físico que causa el miedo y la tensión en los niños. La existencia de conductas condicionadas por la indefensión adquirida, que la pauta normal de sueño de un niño implica frecuentes despertares y que ofrecer un ambiente de respeto, atención y cariño incondicional es la mejor apuesta para la salud psicológica y hasta física.
Si queremos autómatas usemos los métodos conductistas de adiestramiento. Si queremos niños libres y sanos, comprendamos sus necesidades y atendámoslas.
Lo único que podemos afirmar y que avale el conductismo en crianza es que se nos está demostrando que las conductas están condicionadas por muchos factores (genéticos, evolutivos, hormonales y ambientales), y que podemos modificar la conducta de nuestros hijos e incluso su salud y sus emociones modificando nuestro comportamiento hacia ellos.
Aprendiendo de ellos y para ellos, demostrando y dando amor, comprendiendo lo que necesitan y las razones de sus actitudes, podemos modificar nuestra conducta y ser mejores padres.

Las técnicas del conductismo en los "métodos de crianza"
Existe una corriente de pensamiento que considera que el niño es un ser manipulador y egoísta a quien sus padres y educadores deben domar para lograr que haga lo que ellos han decidido que es adecuado, sin importar demasiado si el niño entiende y asume como necesarias esas normas o si la forma de lograr su obediencia es beneficiosa para el pequeño o le daña emocionalmente. Pero existen serios peligros si decidimos aplicar “métodos de crianza” que se basan en técnicas conductistas a la crianza de los hijos.
El niño manipulador
Igualmente se considera que las muestras de desobediencia, mal comportamiento, lloros y gritos de los niños son, fundamentalmente, fallos que tiene el niño y que deben ser corregidos, y no manifestaciones normales de un desequilibrio interior, de sus necesidades insatisfechas o de emociones negativas que no están siendo escuchadas. Se acusará a los padres de no ser bastante firmes y se les insta a no ceder al chantaje de sus hijos, tomando ellos las riendas y siendo los que usen el chantaje para dominar el comportamiento infantil.
Para colmo, estas ideas se ven ahora reforzadas por supuestos expertos en crianza, de variada titulación, que, ensalzados por los medios de comunicación o las editoriales, ofrecen fórmulas simples y desapegadas para lograr que los padres eduquen, o más bien, adiestren a sus hijos, basándose, frecuentemente, en la negación de atención si el niño no hace lo esperado y el usar como premio las alabanzas, el cariño o la comida si obedece y no molesta.
Pero, volviendo a los métodos de crianza con técnicas conductistas, es llamativo que suelen tener algo en común: aconsejar a los padres que ignoren al niño si este los reclama, si llora, si pide algo o si sufre, o si necesita consuelo nocturno, partiendo de la base de que los “malos comportamientos” deben ser cambiados con premios y castigos, más que investigados para encontrar la carencia emocional o el problema que los causa.
¿Es el problema el conductismo?
Quiero aclarar que el peligro no es el conductismo el problema en si mismo, sino el usar sus técnicas para modificar comportamientos infantiles que tienen causas emocionales o físcas sin profundizar en ellas, o incluso para modificar conductas que son, simplemente, normales en los niños pero que le molestan a los padres.
El conductismo tiene usos válidos y, en el fondo, alentar las buenas conductas con palabras de aliento, podría ser una forma de aplicar el conductismo a la crianza, reforzando las conductas positivas con alabanzas (aunque esto daría para mucho y mejor otro día hablamos de esto y de cuando es conveniente y cuando no lo es).
El niño normal y los deseos de los padres
Inicialmente se plantean supuestos logros necesarios a determinadas edades como indispensables para el sano desarrollo del niño. Algunos son tan claramente falsos como el esperar que un niño de un año duerma solo en su cuna sin molestar por la noche, o que un niño de dos años no quiera estar jugando con sus padres, o que un niño de tres añitos ponga la mesa o se vista solo o guarde sus juguetes.
La idea, al final, es que los niños adquieran una autonomía muy temprana y molesten lo menos posible, imponiendoles pautas que son contrarias a su propio momento de maduración y evolución natural.
Otra de las cosas en las que ponen mucho énfasis es en que el niño recoja sus juguetes sin ayuda o no reclame la atención de sus padres si ellos están a sus cosas. Vamos, que se parezca lo más posible a un ficus o a un adulto en miniatura.
Como decía, el consejo fundamental es que se deben ignorar las lágrimas, enfados, berrinches o quejas de los niños. Simplemente ignorarlos. La idea es que si se da atención a un niño que expresa su frustración o sufrimiento emocional se estará reforzando su conducta.
Cambiar la conducta
Es decir, se intenta cambiar la conducta ignorándola, castigando con la indiferencia y la desatención,no se atiende la necesidad que se está expresando mediante esa frustración, miedo, ansiedad o enfado. La falta de etica de esta manera de tratar a los niños, que son personas, es evidente.
Incluso se anima a dejar al niño llorando solo tirado en el suelo, pataleando y, en algunos casos, dejarlos también si llegan a vomitar de la tensión. No olvidemos que estamos tratando con sujeros inmaduros, con un menor control de sus emociones que nosotros y que precisan un entorno seguro que les de la tranquilidad de ser atendidos cuando lo necesitan para desarrollarse sanos emocionalmente. Cuando una conducta de un niño molesta lo primero es reflexionar sobre si esta conducta es normal, natural, evolutivamente sana o demuestra que el niño padece algún sufrimiento que deberíamos solucionar. Reprimir no es la solución.
La idea que se transmite a los padres es que sus hijos no sufren, sino que quieren conseguir manipularlos. Los niños sufren, y puede suceder que sean necesidades muy importantes las que se están desatendiendo: el apego, la cercanía, el juego compartido y el respeto en el trato. Pero incluso este niño puede encontrarse cansado o hambriento, más que “caprichoso”. O puede no estar preparado para los objetivos de adulto que le hemos marcado. O incluso estar encontrándose mal en su cuna y llorando sin que nadie venga a confortarlo.
Si a los padres se les repite que deben mostrarse insensibles a las necesidades de afecto o atención de sus hijos se les está, también, programando a ellos para que lleguen a ser insensibles a los sentimientos de sus hijos o sus pensamientos o deseos. Podríamos decir que también se aplica el conductismo a los padres, apra lograr que se insensibilicen hacia sus hijos y las emociones de estos.
Se niega al niño el derecho y la legitimidad de sus emociones, se las ignora y desprecia, se las renombra y se las evita, consiguiendo, al final, que el propio niño no sea capaz de expresarse ni confie en que será atendido. Merece otro tema explicar como el uso de estas técnicas conductistas puede dañar el apego sano del niño con sus padres. Me ocuparé de ello en los próximos días pues es la cuestión en la que estos métodos son más perjudiciales.