Introducción
La mayoría de las situaciones de emergencia vital y paradas cardiorrespiratorias ocurren en el ámbito extrahospitalario, produciéndose cierta demora en la asistencia del personal médico, que es vital a la hora de obtener resultados favorables con las medidas aplicadas.
Un factor que determina un claro aumento de la supervivencia en este tipo de situaciones es la activación precoz de los sistemas de emergencias extra hospitalarias y la aplicación rápida de las maniobras de soporte vital básico por parte de las personas que socorren a las víctimas.
En diferentes estudios se ha demostrado que el tiempo es uno de los factores esenciales a la hora de mejorar la supervivencia, y se estima que los mejores resultados se obtienen cuando las maniobras de RCP Básica se inician antes de 4 minutos, una vez producida la situación de parada cardiorrespiratoria y antes de 8 minutos, en el caso de las maniobras de RCP avanzada.
Un factor que determina un claro aumento de la supervivencia en este tipo de situaciones es la activación precoz de los sistemas de emergencias extra hospitalarias y la aplicación rápida de las maniobras de soporte vital básico por parte de las personas que socorren a las víctimas.
En diferentes estudios se ha demostrado que el tiempo es uno de los factores esenciales a la hora de mejorar la supervivencia, y se estima que los mejores resultados se obtienen cuando las maniobras de RCP Básica se inician antes de 4 minutos, una vez producida la situación de parada cardiorrespiratoria y antes de 8 minutos, en el caso de las maniobras de RCP avanzada.
Otro factor determinante del aumento de la supervivencia es la calidad de las maniobras de resucitación aplicadas, obteniéndose mejores resultados siempre que se apliquen éstas de acuerdo con las recomendaciones ya establecidas.
Por último, la causa de la parada cardiorrespiratoria también actúa como factor determinante de la supervivencia. En adultos, las causas más frecuentes suelen ser de origen coronario y, dentro de ellas, un ritmo específico (la fibrilación ventricular) se identifica como desencadenante de la parada cardiorrespiratoria. En esta situación se presentan los mejores índices de supervivencia, puesto que el tratamiento específico mediante desfibrilación eléctrica, aplicado de forma precoz, determinará su resolución en un alto porcentaje de casos.
Es por esta circunstancia que la activación inmediata de un sistema de emergencias que pueda llevar a cabo el diagnóstico y tratamiento de dicha situación, es una de las premisas fundamentales en la resucitación cardiopulmonar básica.
Por último, la causa de la parada cardiorrespiratoria también actúa como factor determinante de la supervivencia. En adultos, las causas más frecuentes suelen ser de origen coronario y, dentro de ellas, un ritmo específico (la fibrilación ventricular) se identifica como desencadenante de la parada cardiorrespiratoria. En esta situación se presentan los mejores índices de supervivencia, puesto que el tratamiento específico mediante desfibrilación eléctrica, aplicado de forma precoz, determinará su resolución en un alto porcentaje de casos.
Es por esta circunstancia que la activación inmediata de un sistema de emergencias que pueda llevar a cabo el diagnóstico y tratamiento de dicha situación, es una de las premisas fundamentales en la resucitación cardiopulmonar básica.
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Soporte vital con ayuda de instrumental
La cánula de Guedel (fig. 15) es un dispositivo de material plástico que, introducido en la boca de la víctima, evita la caída de la lengua y la consiguiente obstrucción del paso del aire.
El primer paso consiste en elegir la de un tamaño adecuado, que debe coincidir con la distancia que haya entre la comisura bucal y el ángulo de la mandíbula.
El primer paso consiste en elegir la de un tamaño adecuado, que debe coincidir con la distancia que haya entre la comisura bucal y el ángulo de la mandíbula.
Fig. 15, 16, 17.
Para su colocación el reanimador debe realizar una hiperextensión cervical, abriendo la boca de la víctima con los dedos índice y pulgar de la mano que no sujeta la cánula, y procediendo seguidamente a introducir ésta, rotada 180º con respecto a la que será su posición definitiva, es decir, la parte cóncava dirigida hacia el paladar, girándola progresivamente según se va introduciendo en la boca hasta dejarla en su posición definitiva, evitando en todo momento desplazar la lengua hacia atrás.
Una vez ubicada, el reanimador deberá comprobar su permeabilidad, realizando insuflaciones y comprobando si se desplaza el tórax de la víctima.
El uso de una cánula de tamaño inadecuado o bien su incorrecta colocación tendrían como consecuencia complicaciones que podrían ocasionar a la obstrucción de la vía aérea.
Una vez ubicada, el reanimador deberá comprobar su permeabilidad, realizando insuflaciones y comprobando si se desplaza el tórax de la víctima.
El uso de una cánula de tamaño inadecuado o bien su incorrecta colocación tendrían como consecuencia complicaciones que podrían ocasionar a la obstrucción de la vía aérea.
La ventilación con bolsa y mascarilla (fig.18) permite incrementar la cantidad de oxigeno aportada a la víctima: desde un 16-18% del aire espirado, a un 21% del aire ambiente, un 60% si la bolsa se conecta a una fuente de oxigeno y hasta un 100% si, además, se dispone de un reservorio.
La mascarilla se coloca de manera que cubra la boca y la nariz de la víctima, utilizando el puente de la nariz como guía para lograr que su posición sea correcta. El sellado se consigue aplicando sobre la mascarilla el primer y el segundo dedo, en forma de C, y utilizando los otros 3 para mantener la hiperextensión cervical, a la vez que elevamos el borde de la mandíbula.
Una vez conseguido el sellado de la mascarilla, se procede a la compresión progresiva de la bolsa y a su descompresión brusca, para que salga el aire de los pulmones de la víctima.
La mascarilla se coloca de manera que cubra la boca y la nariz de la víctima, utilizando el puente de la nariz como guía para lograr que su posición sea correcta. El sellado se consigue aplicando sobre la mascarilla el primer y el segundo dedo, en forma de C, y utilizando los otros 3 para mantener la hiperextensión cervical, a la vez que elevamos el borde de la mandíbula.
Una vez conseguido el sellado de la mascarilla, se procede a la compresión progresiva de la bolsa y a su descompresión brusca, para que salga el aire de los pulmones de la víctima.
Figs. 18, 19.
El reanimador puede ayudarse apoyando la bolsa sobre su pierna o su abdomen, para realizar las compresiones.
En el caso de que sean varios los reanimadores, es recomendable, que uno coloque y mantenga el sellado de la mascarilla, mientras el otro comprime la bolsa con ambas manos.
En el caso de que sean varios los reanimadores, es recomendable, que uno coloque y mantenga el sellado de la mascarilla, mientras el otro comprime la bolsa con ambas manos.
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