miércoles, 5 de octubre de 2011

En torno al aumento de la inteligencia en los jóvenes Un nuevo estudio reabre la discusión sobre las causas del 'efecto Flynn', una ganancia de tres puntos en el cociente intelectual por década




James Flynn, el científico que popularizó el famoso efecto que lleva su nombre, observó, mientras paseaba por Barcelona recién estrenado el tercer milenio, que las personas mayores con las que se encontraba tenían una estatura media relativamente baja, mientras que los jóvenes eran muy altos. En España se había producido una extraordinaria ganancia generacional de estatura, posiblemente relacionada con el efecto Flynn, un incremento de inteligencia, tal como la medimos los psicólogos, documentado en el siglo XX en países occidentales y orientales, más y menos desarrollados económicamente.
Para demostrarlo, el científico catalán Josep María Lluis i Font, que en 1970 obtuvo las puntuaciones de un grupo de niños en un test de inteligencia aplicado en Barcelona, administró 30 años después el mismo test a un grupo equivalente de niños, revelándose una ganancia de inteligencia equivalente a tres puntos de cociente intelectual (CI ) por década, precisamente el incremento promedio observado internacionalmente.
Hay dos grandes hipótesis rivales para explicar el efecto. La de la estimulación cognitiva predice una mejora entre los más y menos inteligentes, mientras que la hipótesis nutricional predice una mejora en los segundos pero no en los primeros. Los datos de Lluís i Font apoyaron la perspectiva nutricional.
A Flynn le disgustan estos resultados, pero Richard Lynn ha revisado las causas potenciales -mejoras educativas, mayor complejidad cognitiva de los ambientes recientes, mejoras de las prácticas de crianza, actitudes más atrevidas y sofisticadas al resolver los tests de inteligencia, mejoras nutricionales y heterosis o vigor híbrido-. Puesto que las ganancias se observan en bebés, niños de preescolar, niños en edad escolar y adultos, los únicos dos factores que encajan son la nutrición y la heterosis.
Según Mike Mingroni, la causa no puede estar en el ambiente postnatal -nutrición, educación, cuidados médicos, práctica, actitud hacia los tests o el tamaño de la familia?ya que los estudios sobre gemelos idénticos criados por separado y los estudios de adopción no revelan una influencia del ambiente familiar. Además, los estudios sobre el nulo efecto del orden de nacimiento descartan un efecto del ambiente extrafamiliar.
La explicación más simple para este interrogante puede ser un cambio genético en la población. Si el efecto Flynn tiene un origen genético, cabe esperar una alta heredabilidad de la inteligencia a través de las generaciones, como de hecho sucede. También se pronostican efectos en otros factores influidos por los genes, como la estatura, la velocidad en el desarrollo, la miopía, el asma, el autismo, la hiperactividad o el tamaño craneal. Los hechos encajan.
Mingroni defiende que los cambios ambientales pueden ser el efecto, no la causa, del aumento de inteligencia de las poblaciones. Si la inteligencia aumenta, entonces se pueden esperar los cambios ambientales observados. Nuestro mundo es ahora más complejo cognitivamente.
La explicación de que la heterosis produce las ganancias de inteligencia, lo que, a su vez, promueve los cambios en el ambiente, es más simple que las explicaciones ambientales. Los movimientos demográficos facilitan el incremento de heterocigotos, lo que provoca cambios en rasgos que presentan dominancia genética. No se requieren cambios en los genes, sino de su distribución en la población, algo que puede ocurrir en una sola generación.
Flynn tampoco comulga con la heterosis. Su teoría es que la mejora debe ser atribuida a la revolución científica que ha inundado el pensamiento humano en el siglo XX liberándolo del razonamiento concreto. El incremento de la escolarización y la naturaleza de las actividades de ocio han alterado, según él, el equilibrio entre pensamiento concreto y abstracto. Nuestras experiencias vitales plantean ahora problemas ausentes en el mundo de nuestros antepasados. En 1900, la mayor parte de los ciudadanos vivían en una época precientífica. Ahora no.
Recientemente, Jonathan Wai y Martha Putallaz han publicado un artículo en la revistaIntelligence explorando casi dos millones de casos y encontrando que entre los individuos más inteligentes también se aprecia un efecto Flynn. Por tanto, el incremento generacional de inteligencia se produce entre los más y los menos inteligentes.
Si el aumento es general, entonces el agente causal debe ser también global. La heterosis vale. El incremento de estimulación social también. Pero, en el segundo caso, se cae en un argumento circular: el incremento de estimulación social aumenta la inteligencia de la población pero ¿qué produce el incremento de estimulación? Mingroni sostendría que una población más inteligente promueve la creación de ambientes más complejos, rompiendo, así, el círculo vicioso.
Roberto Colom es catedrático de Psicología Diferencial en la Universidad Autónoma de Madrid

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